Ni siquiera uno de los mayores desastres naturales en la historia de la humanidad pudo evitar que la Copa del Mundo se jugara en nuestro país. Pasara lo que pasara, la fiesta estaba garantizada.
El domingo 22 de mayo un feroz terremoto azotó gran parte del territorio nacional. En la zona sur, además, un maremoto se encargó de sepultar las pocas construcciones que habían soportado el feroz movimiento de tierras. Este evento, considerado el mayor cataclismo medido por el ser humano, parecía acabar también con el sueño de albergar una Copa del Mundo.
Carlos Dittborn, quien lideró la campaña para conseguir la sede, vio, literalemente, como la ilusión del campeonato quedaba en el suelo. Asumió que la lógica sería que el Gobierno no tendría tiempo, interés, ni fondos para mantener el plan mundialista.
No obstante, una conversación con el Presidente Jorge Alessandri sorprendió a la familia del fútbol: "El Mundial, señores, se hace sí o sí", afirmó con decisión el primer mandatario.
La determinación de Alessandri tenía su base. El entonces Presidente, que había asumido en 1958, había echado a andar un plan potente para modernizar al país. Y organizar una Copa del Mundo calzaba como anillo al dedo en este anhelo. También tuvo visión: Chile no podía permitirse no organizar un evento que pasaría a la historia y que sería recordado para siempre.
Hubo que acudir a ayudas extras, incluso de la FIFA, para financiar el torneo. También se tuvo que reorganizar las ciudades que albergarían los encuentros, quedando finalmente Arica, Viña del Mar, Santiago y Rancagua como escenarios de los encuentros.
El sorteo se celebró en el Hotel Carrera, el 18 de enero de 1962 y así quedaron definidos los grupos:
- GRUPO 1: Unión Soviética, Yugolsvia, Uruguay y Colombia.
- GRUPO 2: Alemania Federal, Chile, Italia y Suiza.
- GRUPO 3: Brasil, Checoslovaquia, México y España.
- GRUPO 4: Hungría, Inglaterra, Argentina y Bulgaria.
La mesa estaba servida para una fiesta que ni un cataclismo fue capaz de suspender.
