Tras derrotar a México, La Roja siguió en la senda del triunfo y venció a Francia. De esta manera, y luego de caer ante Argentina, Chile cerró su primera campaña mundialista con un meritorio resultado.
Luego de la goleada por 3-0 ante el ‘Tri’ en el debut mundialista, Francia era el segundo equipo a enfrentar. Los galos venían de participar en las dos últimas competencias olímpicas, en 1924 y 1928. En la primera de estas alcanzaron las semifinales y cayeron ante el eventual campeón, Uruguay, en 1924.
Sin embargo, eso no intimidó al elenco dirigido por Jorge Orth, que salió a la cancha del recién inaugurado Estadio Centenario con el mismo 2-3-5 que frente a México, pero con algunos cambios en los nombres.
Roberto Cortés en el arco; Guillermo Rivero y Ernesto Chaparro conformaron la nueva dupla defensiva; Casimiro Torres –quien ingresó por Elgueta–, Guillermo Saavedra y Arturo Torres en el mediocampo; la ofensiva, en tanto, se mantuvo con el capitán Carlos Schneeberger, Carlos Vidal, Eberardo Villalobos, Guillermo Subiabre y Tomás Ojeda.
A pesar de la experiencia de los europeos, los chilenos impusieron su juego desde un principio, teniendo continúas llegadas al arco defendido por Alexis Thépot. Es más, a los 30’, La Roja pudo adelantarse mediante un lanzamiento penal, pero ‘El Zorro’ Vidal erró el disparo.
El primer tanto nacional llegó a los 65’, a través de anotación de Guillermo Saavedra: Vidal intentó con un fuerte disparo que el defensa Delmer no logró rechazar en su totalidad, y el ‘Chato’ aprovechó para cabecear y marcar el 1-0 definitivo. La algarabía se tomó las huestes nacionales, que tras aguantar la respuesta francesa, se quedaron con un triunfo fundamental y mantuvieron una campaña perfecta en el primer Mundial de su historia.
El merecido quinto lugar
Tres días más tarde, el 22 de julio y nuevamente el Estadio Centenario, la Selección Nacional enfrentaría a su rival más duro hasta ese momento: Argentina.
La Roja debutó internacionalmente ante la albiceleste en 1910, y tras 13 duelos sólo había conseguido 3 empates y ninguna victoria. Además, los transandinos venían de ser subcampeones del mundo en los Juegos Olímpicos de 1928, y de conseguir su cuarto Campeonato Sudamericano –actual Copa América– en 1929.
La escuadra nacional, empatada en puntos con los argentinos y con sólo un posible clasificado a semifinales, se jugaba una final ante los vecinos y el técnico Orth sólo hizo tres cambios respecto al duelo con Francia. Víctor Morales volvió a la titularidad y reemplazó a Riveros en la defensa; y Juan Aguilera y Guillermo Arellano ingresaron por Schneeberger –la jineta la tomó Saavedra– y Ojeda, respectivamente.
Lamentablemente para las aspiraciones nacionales, los dirigidos por Olazar y Tramutola demostraron su jerarquía de inmediato. Guillermo Stábile venció la defensa de Cortés en dos ocasiones antes de los 14’ y si bien Subiabre descontó a los 15’, a los 51’, Marino Evaristo puso la lápida y el 3-1 definitivo a favor de la albiceleste.
Con la caída, Chile se despidió del Mundial de Uruguay, pero lo hizo con la frente en alto: gracias a sus dos victorias iniciales, la escuadra nacional quedó ubicada en el quinto lugar, sólo por debajo de los semifinalistas del certamen, cerrando una destacada participación que no sería superada hasta 1962.