En 2016, La Roja inició su camino al título en un reñido partido ante Argentina, elenco con el que después se tomaría revancha en la final.
Las últimas ediciones de la Copa América habían contado con dos países invitados, los que habitualmente eran miembros de la Concacaf. Pues bien, en 2016, en el marco de los 100 años del máximo torneo sudamericano por países se organizó un campeonato en Estados Unidos, en que las diez selecciones de Conmebol se medirían contra las seis mejores del resto del continente.
El torneo, bautizado como Copa América Centenario, en un principio parecía tener un carácter amistoso, terminó siendo muy atractivo, ya que los participantes se presentaron con sus mejores jugadores: Argentina era liderada por Lionel Messi, Brasil por Neymar y la Selección Chilena contaba con su columna vertebral compuesta por Claudio Bravo, Gary Medel, Arturo Vidal, Charles Aránguiz y Alexis Sánchez.
La Roja venía de ganar el año pasado la Copa América por primera vez, y en apenas un año algunas cosas habían cambiado. Para comenzar, ya no estaba Jorge Sampaoli en el banquillo, sino que era Juan Antonio Pizzi el encargado de liderar las esperanzas chilenas. Además, el elenco ya daba atisbos de recambio, pues el argentino llevó a Estados Unidos a nuevos nombres que no habían sido mayormente aprovechados por el anterior entrenador, como Enzo Roco, Pedro Pablo Hernández, Erick Pulgar, Edson Puch y Nicolás Castillo.
El estreno del equipo nacional fue ante Argentina, en un encuentro con aroma a revancha dado que había sido el rival que venció en la definición por el título en el torneo disputado en Chile. La Albiceleste otra vez llegaba como favorita, aunque en el duelo inaugural no contaría con su principal figura, Lionel Messi.
Para ese encuentro, que se disputó en el Levi’s Stadium de Santa Clara, una pequeña ciudad en las afueras de San Francisco, Pizzi dispuso a los siguientes once jugadores: Claudio Bravo en el arco; Mauricio Isla, Gary Medel, Gonzalo Jara y Eugenio Mena en defensa; Marcelo Díaz, Charles Aránguiz y Arturo Vidal en el mediocampo, mientras que los atacantes fueron Eduardo Vargas, Jean Beausejour y Alexis Sánchez.
El duelo comenzó friccionado y parejo, con ambas selecciones intentando obtener un buen resultado en sus estrenos, aunque ninguna consiguió abrir la cuenta antes del descanso. En el segundo lapso, en tanto, apenas a los seis minutos los argentinos abrieron el marcador cuando luego de un contragolpe Ángel di María batió a Claudio Bravo con un remate a ras de piso que se coló en el poste derecho del meta nacional.
Ocho minutos más tarde, en tanto, otro ataque directo de los argentinos terminó con el dos a cero. Esta vez, fue obra de Ever Banega, quien tuvo algo de fortuna pues su disparo rozó a Mauricio Isla y esto descolocó a Bravo.
Con el marcador en contra, Chile intentó dar vuelta el resultado, pero sus ataques no lograron vulnerar la portería trasandina. Recién al segundo minuto de descuento, José Pedro Fuenzalida conectó de cabeza un tiro libre ante una mala salida del arquero argentino Sergio Romero, colocando el 1-2.
Pero ya era demasiado tarde para obtener el empate y apenas después del gol el árbitro Daniel Fedorczuk dio por finalizado el partido.
Chile se retiró con una sensación amarga, pues jugó bien, pero esto no se vio reflejado en el resultado. No obstante, solo semanas después tendría una dulce revancha en la final, aunque para ello debió recorrer un complicado camino en el resto del campeonato.
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